Experto en mano de obra agrícola Juan Pablo Subercaseaux advierte
“NECESITAREMOS OTROS 55.000 TEMPOREROS A DICIEMBRE DE 2025”
Hasta 2014 la escasez de mano de obra fue uno de los problemas más álgido para los productores de fruta. Sin embargo, desde 2014 hasta la pasada temporada, un gran número de migrantes, principalmente bolivianos y haitianos, equilibró el mercado laboral agrícola. Un contingente que se mantuvo estable por unos años, pero que ya ha comenzado a declinar, pese a que el número total de migrantes crece a nivel nacional. Con el especialista de la PUC intentamos definir los futuros requerimientos de mano de obra agrícola, así como entender a actores clave de este mercado, como son el contratista y el temporero(a) agrícola.
Por Juan Pablo Figueroa Foessel, Agrilink
Esta es una historia que Juan Pablo Subercaseaux puede contar en primera persona ya que además de académico e investigador de la Facultad de Agronomía de la Pontificia Universidad Católica de Chile (ingeniero agrónomo, máster en Economía Agraria), experto en mano de obra agrícola, Juan Pablo es productor de fruta de la localidad de Codegua, donde -entre otros frutales- cultiva cerezos.
“Llegamos a cultivar 60 ha de cerezo, pero nos bajamos a las 20 ha que tenemos en la actualidad. Entre la sequía y que algunos de los huertos no estaban óptimos, fuimos eliminando superficie… Sin embargo, la cosecha estaba bien repartida y terminaba el 15 de diciembre… Hoy día estamos replantando, pero ahora son huertos ‘Fórmula 1’ de variedades tempranas”, señala Subercaseaux.
Es claro que en su estrategia productiva incide decididamente sus expectativas sobre la disponibilidad de mano de obra. “Por el contrario, si estuviéramos en una zona tardía, de Curicó al sur, plantaría las variedades más tardías posible, para no cosechar en el período crítico que va del 10 de diciembre hasta el año nuevo”.
El experto en mano de obra agrícola recuerda que la escasez de trabajadores para la fruticultura dejó de ser una preocupación de la industria hace algunos años… pero solo por un tiempo. “El año 2014 comenzó a aumentar la disponibilidad gracias a la migración y nos despreocupamos de la falta de mano de obra porque -aparentemente- había dejado de ser una limitante. Sin embargo, es un problema que está de regreso y que se va a mantener y a agudizar en los próximos años. Vamos a volver a ponernos monotemáticos y todos nos vamos a quejar de que no hay cómo podar y, peor aun, de que no hay cómo cosechar. Creo que este va a ser uno de los problemas más importantes de la década para el sector”, señala el académico. En esta entrevista analizamos el problema en términos tendenciales y de mediano plazo.
LA DEMANDA SE CONCENTRA EN DICIEMBRE
Hace algunos años, en un estudio realizado para la Facultad, Subercaseaux extrapoló la evolución de las hectáreas plantadas de los principales frutales en los últimos años en Chile, con el fin de estimar los futuros requerimientos de mano de obra de la industria frutícola en sus labores de producción y cosecha. En el momento del estudio la proyección de superficie a nivel nacional era que el área plantada con frutales en Chile crecería a una tasa promedio anual de 2%, ya que asumía una tasa de crecimiento de la superficie similar al observado hasta ese momento.
Los cálculos eran que el área total de producción de fruta y vides para vino en Chile alcanzaría las 434.900 ha en 2020 y las 470.500 ha en 2025. En un contexto en que habría dos frutales que presentarían fuertes alzas de superficie plantada: el nogal (mecanizable) y el cerezo, este último intensivo en mano de obra. En ese momento la estimación apuntó a que el cerezo llegaría a las 52.000 ha a 2025. Sin embargo, hoy se estima que el cerezo, frutal que incorpora entre 5.000 y 7.000 ha anuales, a 2025 fácilmente habrá superado la 70.000 ha plantadas. Lo preocupante es que el problema, aun analizado en base a una superficie subrepresentada, ya se les presentaba como crítico. En resumen, el estudio anticipaba que, de un peak de demanda de mano de obra de 414.000 cosecheros requeridos para diciembre de 2020, pasaríamos a un peak de demanda de 470.000 cosecheros en diciembre de 2025.
Gráfico 1: Número de trabajadores por mes al año 2025 en la fruticultura chilena
“Si bien noviembre, diciembre, enero y febrero son meses de alto requerimiento de mano de obra a nivel nacional, a medida en que pasan los años, estos requerimientos se van concentrando en diciembre, principalmente por el crecimiento de la superficie de cerezos. Este es el escenario que vamos a enfrentar sí o sí, independientemente de cualquier otro factor, porque la superficie proyectada ya está plantada o se está plantando”, señala el investigador.
El estudio no incluyó cultivos anuales tales como las hortalizas considerando que la mano de obra temporal se concentra en los frutales (y viñas), aunque algo absorbe también el sector semillero. “Con los cerca de 414.000 trabajadores que ocupamos en diciembre de 2020 todavía podemos sacar la cosecha de noviembre y enero de 2025, pero no veo cómo vamos a cubrir los requerimientos de diciembre de 2025. Necesitaremos algo más de 55.000 temporeros adicionales para alcanzar el peak de demanda que proyectamos a 2025. En diciembre ya está disparado el requerimiento de mano de obra por lo que, en la práctica, solo se podrá incorporar más trabajadores temporales a la oferta de los meses de noviembre y enero”, manifiesta el experto.
AUMENTA LA PRODUCTIVIDAD, PERO AUMENTA DESCARTE
“Ante la gran escasez de mano de obra que sufrimos hasta 2014, durante la época de cosecha de la fruta, la situación llevó a que, primero, incurríamos en fuertes alzas de salario para lograr atraer a más personas y en ese contexto, peleábamos con el campo vecino por los cosecheros. Segundo, en muchos campos se llegó a hacer con solo 5 personas lo que antes se hacía con 10 personas. O sea, si se analiza el aumento de la productividad de la mano de obra entre los años 2000 y 2015, vemos que se debió principalmente a una necesidad empujada por la escasez. Es decir, no había alternativa”, recuerda Subercaseaux.
-¿Pero es un aumento real de la productividad o fundamentalmente mala práctica de cosecha?
-Las dos cosas. En el agro hay muy poca capacitación y nada de selección. El asunto se resume en que antes se cosechaba en tres ‘pasadas’, en función de la madurez óptima de la fruta y luego, ante la falta de trabajadores, en una sola pasada. Supongamos un huerto de cerezo de 15 t/ha, con gente que cosecha promedio 150 kg/día. En esas condiciones necesitas 100 personas para cosechar una hectárea al día. Bueno, antes, en vez de cosechar una hectárea con 100 personas, la cosechabas con 200 personas, porque hacías tres ‘pasadas’ para lograr que toda la fruta estuviera en su punto óptimo. En consecuencia, originalmente, cada cosechero no sacaba 150 kg/día sino que sacaba solo 75 kg/día. Hoy la estrategia volverá a ser entrar cuando creemos que la fruta está mayoritariamente óptima de modo de bajar toda la fruta en una sola pasada. Por esa vía, el cosechero que antes cosechaba 75-80 kg/día llega a cosechar 150 y hasta 200 kg/día.
-¿Cuál es la consecuencia de aumentar la productividad de la cosecha por esa vía?
-En el escenario teórico en que lograste entrar a cosechar en el minuto óptimo, el 5-10% de la fruta va a estar sobre madura y el 5-10% de la fruta va a estar bajo el umbral de madurez de cosecha, lo que va a incidir negativamente en el porcentaje de descarte. Sin embargo, obtendrás una cosecha más barata con menos gente. Si observamos los incrementos de productividad de la mano de obra de los últimos 20 años, vemos que el salto es enorme, porque lo que antes se hacía con 10, hoy se hace con 5.
EL SALVAVIDAS MIGRANTE SE DESINFLA
-¿Qué porcentaje de ese total de trabajadores del peak de diciembre de 2020 correspondía a extranjeros o migrantes?
-De esos 414.000 que se desempeñaban en fruticultura, estimamos que había entre 60.000 y 80.000 migrantes. Ese número ha disminuido, pese a que ha continuado aumentando el número total de personas que ingresan al país como migrante. Entonces, tenemos una disponibilidad de migrantes en la agricultura menor a pesar del aumento de migrantes a Chile. Es así que proyectamos que a 2025 bajaremos a cerca de 50.000 extranjeros en cosecha.
-¿Entonces, en diciembre no habrá cómo alcanzar la demanda de mano de obra?
-Diciembre va a estar imposible o tendremos que llegar a sueldos tan atractivos que logren interesar a nuevos segmentos de la población. Personas tales como dueñas de casa, jóvenes del colegio, los jóvenes de la universidad o del instituto técnico, todo aquel que se pueda escapar de su actividad principal por un mes y que esté dispuesto a venir la cosecha. Eso, más un porcentaje de migrantes estacionales, que son aquellos que se vienen, por ejemplo, desde Bolivia, solo por la temporada.
Gráfico 2: Evolución de la Fuerza de Trabajo Agrícola, 2000-2018
En la última década la fuerza de trabajo agrícola creció en 10% aproximadamente,
manteniendo su participación en el total nacional (+/-9%).
-¿Por qué disminuye en el número de migrantes?
-El número total de migrantes se mantiene muy alto a nivel nacional. Alrededor de 1,5 millones de extranjeros, lo que corresponde a la tasa más alta que haya tenido Chile en su historia. Sin embargo, respecto del agro, según distintos estudios, influyen dos aspectos importantes. Primero, que actualmente la nacionalidad más incidente en el número total de migrantes corresponde a venezolanos. Un tercio de los inmigrantes de la actualidad son venezolanos, pero ellos no se vienen a trabajar en la agricultura. Al tener mayor formación y nivel educacional se quedan en actividades menos sacrificadas y mejor remuneradas. Segundo, los principales grupos de extranjeros que participan del trabajo agrícola son de origen boliviano y haitiano, nacionalidades que porcentualmente han bajado en número e incluso ha bajado la población total proveniente de esos países a nivel nacional. En resumen, esa cifra de 50.000 cosecheros adicionales -que nos fueron tan útiles desde 2015 hasta el año pasado-, no siguió creciendo pese a que la población migrante total creció muchísimo. Considerando que Chile pasó, en menos de una década, del 2% de población migrante al 8% de población migrante. Eso es mucha gente, pero que no viene al agro. En conclusión, si alguien creyó que la alta tasa de migración nos iba a asegurar mano de obra agrícola de forma permanente, se equivocó.
-¿En términos generales, por qué no se vienen a trabajar al sector agrícola?
-Creo que la gran y principal razón es que el trabajo agrícola es temporal y la mayoría busca ocupación permanente. En segundo lugar, los grupos de menor capacitación y nivel educacional, para los que el agro es una alternativa, han disminuido, en tanto que han aumentado los migrantes que no se interesan en la agricultura.
-¿Entonces, la tasa de migración boliviana y haitiana, habría llegado a un tope?
-No solo llegó a un tope, ya que -aunque no tengo los datos-, me parece que desde hace 2 o 3 años la migración haitiana no solo ha disminuido, sino que -incluso- muchos se han regresado a su país. Luego, en el caso de los bolivianos y algunos peruanos que se han incorporado a la actividad agrícola, en muchos casos vienen solo por la temporada.
-La migración temporal pareciera la modalidad más atractiva para el ámbito agrícola y hasta quizás también a nivel nacional.
-Esa es la estructura migratoria óptima y es la que adoptan todos los países desarrollados. California (estado país), Nueva Zelanda, Australia, países europeos, etc. En cambio, en Chile no existe una visa de trabajo temporal, que permita al extranjero trabajar algunos meses, con la obligación de regresar a su país de origen.
EL PROBLEMA EN FRUTA PROPIA
En sus huertos Subercaseaux ha tenido que cosechar mediante contratistas y con cuadrillas de cosecheros bolivianos y haitianos, por lo que ha sufrido en persona la falta de mano de obra a cosecha y la competencia por esta con los campos vecinos.
-¿Lo que observas en tu unidad productiva se condice con lo que resulta de los estudios?
-Claro. Por ejemplo, los haitianos en 2016 y 2017 se veían por todos lados. Como son fáciles de reconocer, puedo decir que había muchos haitianos. Pero luego se fueron viendo menos. Los haitianos comenzaron a desaparecer dentro de la fuerza de trabajo temporal agrícola y me parece, así mismo, que la cantidad de haitianos a nivel nacional comenzó a disminuir. Además, este grupo no fue bien evaluado en su desempeño en las labores agrícolas, ya que eran poco productivos. Para los contratistas los mejores trabajadores, como grupo, eran los bolivianos, luego los peruanos, después los chilenos y, más abajo, los haitianos.
-¿Por lógica de oferta y demanda, la incorporación de los extranjeros ha permitido evitar el incremento de los costos en mano de obra?
-Obviamente nos permitieron disminuir las presiones al alza de los salarios. Lo que pasó -en la práctica- es que los salarios se congelaron. En un estudio reciente que hicimos sobre la cosecha de arándano, encontramos que en la última temporada se produjo una subida nominal de los salarios del orden del 11% y real del orden de 7,5-8%. En tanto que en la temporada anterior el aumento, en términos reales, había sido de solo un 2,5%. Creo que a futuro vamos a sufrir fuertes presiones al alza de los salarios, siempre y cuando no tengamos una alta tasa de cesantía.
CONTRATISTA: TE AMO, TE ODIO, DAME MÁS
El investigador explica que, dentro de la zona frutera chilena, mientras más al norte más dependencia hay de los contratistas, en tanto que se observa una menor dependencia en tanto más al sur se ubican los huertos. “La tendencia hacia el sur todavía es a trabajar con gente local en tanto que la tendencia hacia el norte es a trabajar con gente llevada por contratistas. O sea, mientras más al norte hay menos posibilidad de contratación directa. Existe, pero es poca”, afirma Subercaseaux.
-Un mal necesario, formales o informales, agregan valor o no agregan valor… ¿qué sabemos de los contratistas?
-Por lo general es alguien que partió trabajando en el campo, pero que tiene cierta capacidad de gestión y cierta capacidad emprendimiento. Es absolutamente un personaje de las zonas rurales que ha estado vinculado al campo y que tiene una historia con el campo. Este personaje se da cuenta de que hay un negocio muy rentable si agrupa a sus parientes, cercanos y amigos para prestar servicios a los campos. Por ejemplo, alguien metido en el ámbito del futbol rural que invita a los que pichanguean a trabajar con él. Entonces, es alguien muy ligado al agro que por una u otra razón conoce las labores y tiene alguna capacidad de liderar y controlar un grupo de gente. Estos señores se contactan con los dueños o los administradores de los campos para ofrecer los servicios de poda, raleo, cosecha, etc. Por esa vía se llevan una comisión importante del total de lo que finalmente les paga a los trabajadores. Para ellos la rentabilidad es muy atractiva.
-¿Qué número de personas maneja, por lo general, un contratista?
-Por lo general manejan una cantidad de personas reducida, asociada a la capacidad de los furgones. Si el furgón tiene capacidad para 14 o 16 personas, el contratista tiene una cuadrilla de 14 o 16 trabajadores. Si mueve más temporeros, entonces tiene 28-32, porque trabaja con dos furgones. La unidad o cuadrilla corresponde a la gente que entra en un furgón. La gran mayoría de los contratistas mueven un furgón y la siguiente categoría más numerosa es la de aquellos que mueven dos furgones. Luego vienen, por ejemplo, aquellos contratistas que mueven un bus con 45 personas o dos buses con 90 personas. Si bien estos son menos, inciden en un número importante de trabajadores respecto del total.
-¿Qué determina la legislación sobre esta actividad?
-En la ley actual se trata a los contratistas como empresa, pero sin que deban asumir su responsabilidad como empresa. Es una situación híbrida ya que es un empresario, pero que no tiene que responder como empresario, sino que la empresa mandante tiene que responder por él. Ante cualquier problema el contratista no se hace responsable, sino que, finalmente, debe responder la empresa a la que presta servicio, ya que la ley define que el mandante es solidariamente responsable.
-¿Qué porcentaje suelen cobrar del salario de los temporeros?
-Por ejemplo, si se paga mil pesos por podar un árbol, el contratista se queda con tres cientos cincuenta pesos y de ese monto tienen que pagar, como base, la movilización y las imposiciones laborales de los trabajadores. Esto último se hace a ocasionalmente o en muchas ocasiones se hace por montos inferiores a lo que realmente ganan. Entonces, el muy buen negocio del contratista pasa por el incentivo perverso de no pagar o subdeclarar las imposiciones de los trabajadores.
-¿Qué impide que el productor contrate directamente a los temporeros?
-Los temporeros tarde o temprano entienden que el productor los puede contratar de forma directa por solo un mes, pero que, al terminar ese mes de cosecha bien pagada, el productor no tiene más trabajo que darle o tiene trabajos mal pagados. En tanto que con el contratista va a continuar en otra cosecha o en otra actividad bien remunerada. En el fondo, el contrato directo le ofrece una menor estabilidad laboral.
-¿Los productores suelen mantener a los mismos contratistas? Y, ¿en la medida en que aumenta tu superficie cosechada, entran más contratistas al sistema o los mismos contratistas consiguen más gente?
-Por lo general hay un cierto nivel de fidelización por lo que se mantienen los contratistas y estos, cuando aumenta la demanda, por lo general son capaces de contratar más gente. Sin embargo, qué prefiero yo, ¿un contratista con tres furgones o tres contratistas con un furgón cada uno? Sin lugar a duda que prefiero tener tres contratistas, cada uno con un furgón, porque aumenta mi poder de negociación y proporcionalmente disminuye el poder de cada contratista. Si tienes un contratista con cien cosecheros, este te va a decir antes, ‘la gente se está yendo porque les paga muy poco’, pero si le subes el salario al cosechero, en paralelo le estás subiendo la comisión al contratista, entonces, así queda todo alineado para la inflación.
-¿También habrá en el mercado contratistas más formales o no?
-Claro que también existen los contratistas más formales y ordenados, los que -por lo general-, mueven un número mayor de trabajadores (entre 50 y 100 dice JPS). Estos suelen trabajar con las empresas más grandes, las que comúnmente enfrentan una mayor fiscalización. Además, son contratistas que cobran más caro y su comisión va a ser más alta, lo que finalmente se traspasa al costo por kilo de cosecha. En el caso de los contratistas más informales, los que no pagan las imposiciones, por ejemplo, se puede conseguir que por un 30% de comisión se hagan cargo de una cosecha, en tanto que uno más formal cobrará un 50%.
-Limitaciones como la de un 15% como máximo de trabajadores extranjeros en empresas con más de 25 empleados, ¿se aplica? ¿se fiscaliza?…
-Esa limitación se mantiene, pero -por ejemplo-, en el caso de los contratistas, es de difícil aplicación. Un contratista podría tener un 100% de extranjeros, pero como los mueve en un furgón de 14-16 pasajeros, si lo fiscalizan manifiesta que tiene menos de 25 trabajadores, por lo que no aplica la limitante.
El contratista, entonces, pese a lo controvertido del personaje, aparece como uno de los actores clave para la gestión de la oferta de la mano de obra agrícola, así como también lo es entender al temporero, si se quiere atraer a un mayor número de ellos. Este es un ámbito de la agricultura en que hay pocos expertos, pocos estudios y, por ende, poca información disponible. El tremendo peak de demanda de diciembre continuará incrementándose en línea con el crecimiento de la cosecha de cerezas, en tanto que irá disminuyendo el número de extranjeros en la oferta de mano de obra de temporada. Sin duda que este problema es uno de los principales desafíos que enfrenta la fruticultura nacional y debe ser estudiado por expertos y analizado en base a información dura, de la que hay poca disponible.
-¿Cómo ves la posibilidad de que la producción de cereza se incremente en octubre y noviembre?
-Es difícil que aumente en octubre, pero es posible aumentarla en noviembre, período en que se está produciendo solo cerca del 10% del volumen total. Hay espacio para crecer bastante porque hay capacidad de packing, hay mano de obra y hay mercado. -¿Pero realmente habrá mano de obra disponible en noviembre? Es un mes en que, por ejemplo, los jóvenes todavía están estudiando, en que no hay dueñas de casa disponibles… a diferencia del verano. -Tienes toda la razón, pero igualmente hay más mano de obra que en diciembre. Por ejemplo, es un hecho que en noviembre los precios por kilo cosechado son menores que en diciembre. -En las distintas especies frutales, las variedades más tempranas suelen ser menos productivas. ¿Cómo afecta eso al costo por kilo cosechado y al negocio en general? -No afecta al valor por kilo cosechado, justamente porque en noviembre el kilo cosechado es más barato. Sin embargo, a igualdad de precio, baja el retorno por hectárea. Esa fue la razón por la que nos llenamos de variedades de diciembre. Tomábamos lápiz y papel y decíamos, nos van a pagar casi lo mismo por una fruta de noviembre que por una fruta de diciembre, pero además la fruta de noviembre tiene más probabilidades de que la afecte una lluvia que la raje y, como suelen ser de floración anticipada, también corren más riesgos de helada. Me pagan lo mismo, tengo menos riesgo por lluvia o heladas y produzco más, entonces, vamos plantando Lapins y Sweet Heart.
-Durante el desarrollo de la industria de la uva de mesa de zonas como Copiapó y Huasco, los campos más importantes incluso construían conjuntos habitacionales para alojar a los temporeros que venían de otras regiones de Chile. Entonces, ¿qué tan importante es el temporero que recorre toda la zona frutera del país?
-Antes, en Chile se observaba mucha migración interna con fines laborales. Gente que venía recorriendo desde Copiapó hasta la zona sur. Descremando las mejores ‘pegas’, destacando la cosecha de uva de mesa. Una caracterización gruesa de ese grupo es que provenían de la región de la Araucanía y eran de ascendencia mapuche, debido a que la Araucanía es la región con los sueldos más bajos. Entonces, escapaban de esa zona donde los trabajos eran escasos y mal pagados, y lograban mejores remuneraciones descremando cosechas de Copiapó al sur. Sin embargo, con el desarrollo de los arándanos comenzaron a conseguir trabajo mejor pagado y más cerca de su casa. Es así que Copiapó tuvo que recurrir a gente de Perú y de Bolivia ofreciendo muy buenas remuneraciones. Estimo que hoy día el migrante nacional, que recorre varias regiones, ha tendido a desaparecer. Lo que hoy se ve más es el temporero relativamente local, de la zona o de comunas aledañas.
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