Técnicas de ajuste según estado fenológico
REGULACIÓN DE CARGA Y CALIDAD DE CEREZAS
Álvaro Sepúlveda León, José Antonio Yuri Centro de Pomáceas, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Talca
Jaime González Tálice Facultad de Agronomía, Universidad de la República, Uruguay
La carga frutal entendida como relación entre frutos y hojas incide de manera importante el crecimiento de las cerezas, así como en sus atributos de calidad y condición. La intensidad de las prácticas de regulación de carga post poda requiere de un acertado diagnóstico de la oferta floral y de las eventualidades meteorológicas. En los ensayos acá analizados se evaluaron técnicas de ajuste de carga basadas en el momento de su aplicación.
Frente a la situación del cerezo en Chile, agravada por la coyuntura de la última temporada, los expertos plantean que el objetivo de la producción debe apuntar, además de cosechas más tempranas y alejadas del peak estacional, a la obtención de cerezas de la más alta calidad y condición, entendiendo por ello básicamente a la expresión del potencial de tamaño y firmeza, con buen sabor. Asimismo, que en la postcosecha se puedan mantener por el mayor tiempo posible dichos atributos de calidad, dada la gran distancia a los países hacia donde se exporta esta delicada y exclusiva fruta.
Para abordar este desafío las diferentes combinaciones de cultivares y portainjertos, zonas apropiadas y la tecnología disponible generan un amplio abanico de oportunidades, las que requieren de gran conocimiento y madurez técnica y comercial frente a cada situación específica.
La fórmula productiva opera en esa lógica y la máxima producción y retorno económico será el resultado del N° frutos × peso/fruto, con la mayor parte de frutos que cumplan con las exigencias de calidad.
A su vez, el tamaño de la cereza lo determina el número de células × tamaño celular. Cada uno de estos componentes son afectados por diferentes factores, en especial del tipo climático. Dado que el calibre es un atributo de alto valor económico, la formación y crecimiento del fruto, así como los factores que lo regulan, son del mayor interés de estudio.
Sabemos que el fruto de cerezo crece describiendo una curva doble sigmoidea, compuesta por tres fases distintivas:
- Etapa I, a partir de cuaja, se caracteriza por un rápido crecimiento del mesocarpio y pericarpio.
- Etapa II, el crecimiento exponencial del fruto cesa, mientras se endurece el endocarpio (carozo).
- Etapa III, la pulpa del fruto retoma un rápido crecimiento y termina con el proceso de maduración.
En términos generales, desde prefloración hasta la Etapa I predomina la división de las células, en tanto en la Etapa III el crecimiento es explicado fundamentalmente por la elongación de éstas, permitiéndole a la pulpa alcanzar su máximo tamaño.
Es interesante destacar que pese al gran tamaño de la semilla de una cereza -comparada con el de una manzana-, el peso del carozo representa sólo el 5% del total de la fruta (Foto 1).
El número de células que alcanza una fruta es definido durante el periodo de división celular. Hasta ahora no se ha encontrado una relación robusta entre la temperatura ambiental y el número de células de una cereza. Así, el crecimiento de ésta hasta el endurecimiento del carozo no pareciera estar regulado principalmente por la temperatura del aire, como sí ocurre en otros frutales. Sí se ha identificado que las diferencias en el tamaño de los frutos de distintos cultivares se relaciona con el número de células, más que con el tamaño celular (Olmstead et al., 2007). Sin embargo, quienes estudiaron estas relaciones no identificaron variaciones en el número de células en el mesocarpio de la flor, pero sí observaron ovarios y sus células más grandes en frutos de mayor calibre.
FACTORES QUE INFLUYEN EN EL TAMAÑO DEL FRUTO
Por otra parte, factores como condiciones ambientales, carga frutal y portainjerto, tendrían influencia en la Etapa III, por lo que impactarían en el tamaño del fruto mediante la regulación de la elongación celular, así como también sobre otros aspectos de la calidad de la cereza. Por ello, un estrés ambiental térmico o hídrico tendría un impacto negativo en el tamaño del fruto al limitar el crecimiento de las células.
En relación con las condiciones ambientales, de acuerdo con la máxima que señala: “yema grande→ flor grande→ fruto grande”, un adecuado proceso de dormancia, medido como alta acumulación de frío, promueve la formación de yemas de alta calidad y mantiene el nivel de reservas nutricionales. Además, se beneficia la sincronización entre el crecimiento floral y vegetativo, con lo cual no se compromete el oportuno aporte de asimilados hacia el fruto. Por otra parte, y gracias a estudios realizados con sistemas de túneles que modifican el microambiente, se ha observado el efecto directo de la temperatura ambiental sobre la Etapa III de crecimiento de cerezas (Blanke et al., 2017).
La carga frutal y el portainjerto son factores asociados al establecimiento de una relación hoja/fruto que garantice una máxima producción sin afectar la calidad de la cereza, en especial su tamaño. En Bing/GiSelA 5, Matt Whiting y Gregory Lang (2004) dieron cuenta de un aumento de la calidad del fruto (tamaño, firmeza y azúcares) con el raleo de frutos, en virtud de un ajuste de la relación número de frutos/área foliar y plantearon una declinación de la calidad con más de 200 cm2/fruto.
Una de las primeras líneas abordadas en el estudio de cerezos por el Centro de Pomáceas, a mediados de 2000 fue precisamente la determinación
de indicadores locales de carga frutal, inquietud planteada por productores de cerezas de San Clemente. Para ello se realizó una serie de ensayos con diferentes prácticas de regulación de carga post poda: extinción de dardos y raleo de yemas, flores y frutos. Puesto que al reducir la carga frutal se favorece el tamaño de las cerezas, pero se reduce el rendimiento, el objetivo fue establecer un sistema que permitiera maximizar la producción sin afectar la calidad y que resultara una labor práctica de llevarla a cabo en el huerto.
Revisar estas experiencias puede ser de utilidad frente a temporadas cambiantes, efecto de la combinación entre el ciclo asociado a El Niño-Oscilación del Sur y el Cambio Climático. En el caso de temporadas como la presente, con favorable frío invernal, conducente a una significativa oferta floral, en calidad y cantidad.
EVALUACIÓN DE TÉCNICAS DE AJUSTE DE CARGA
En uno de los ensayos se evaluaron técnicas de ajuste de carga basadas en el momento de su aplicación, en cerezos Bing/GiSelA 5 en plena producción (Foto 2). Los tratamientos consistieron en diferentes combinaciones de prácticas: extinción de dardos, raleo de yemas, flores y frutitos, comparadas con un Control sin intervención, además del tratamiento del Huerto, que incluyó extinción de dardos y raleo de yemas (4 yemas/dardo). Al realizar raleo de flores o frutitos se redujo el rendimiento hasta en un 50% respecto del Control, pero con un incremento del peso medio de los frutos, aumentando en hasta 3 veces la cantidad de cerezas grandes a cosecha (>30 mm). Además, las prácticas de ajuste produjeron frutos firmes y con alto contenido de azúcares (Olmedo, 2009). Estos fueron los dos atributos más afectados por la alta carga frutal. Al inicio de la Etapa III de crecimiento, los frutos no mostraban una diferencia en su tamaño, pero próximo a la cosecha, las cerezas de árboles sin intervención mostraron una menor tasa de crecimiento (Figura 1).
En un ensayo similar, se ajustó en 8, 6 y 4 frutos los centros frutales en cerezos Bing/GiSelA 5 con extinción previa de centros frutales y raleo de yemas, que correspondía al sistema de regulación del huerto (4 yemas/dardo). Además, se comparó con árboles Control, sin intervención. La mayor proporción de cerezas con calibre mayor a 30 mm se consiguió con los raleos de frutos, aunque con la caída esperada de rendimiento. En los tratamientos con algún tipo de intervención se ajustó la relación número de frutos/área foliar, de modo que se favoreció el abastecimiento y crecimiento de los frutos en la Etapa III. Así, solamente los frutos del Control mostraron una baja tasa de crecimiento en dicha fase, que condujo a cerezas de bajo calibre a cosecha, similar al ensayo anterior (Figura 2).
En relación con otros atributos de calidad, la firmeza y los sólidos solubles fueron más altos con 4 frutos por centro frutal, pero con muy bajos rendimientos. Al contrario, los frutos del Control mostraron una caída de la firmeza y del contenido de azúcares, lo que pondría en riesgo la postcosecha de las cerezas.
Sin embargo, centros frutales con bajo número de frutos no es garantía de frutos grandes. En otro ensayo en Bing/GiSelA 5 se ajustó la carga mediante raleo de yemas, dejando 2, 4 y 6 por dardo, más un Control con 1 fruto/dardo, y se evaluó el tamaño de los frutos de dardos con diferente cantidad de frutos: de 1 a 10. Al aumentar el número de frutos por centro frutal el diámetro promedio de ellos mostró una mínima caída, pero aumentó el tamaño del fruto más grande y disminuyó el de menor calibre del centro frutal (Figura 3). Así, una relación robusta para explicar la cantidad de frutos grandes fueron los kilogramos de fruta por rama, con un máximo en los 1 – 1,2 kg/rama. También, el número de frutos por metro lineal de rama puede proporcionar una medida de la cantidad de frutos grandes, donde en el ensayo el máximo se obtuvo con 80 a 100 frutos por metro lineal de rama (Pérez, 2010).
En relación con la calidad no se encontraron diferencias entre los tratamientos con diferente número de yemas por centro frutal en tamaño, color, firmeza ni contenido de sólidos solubles. Sin embargo, al sobrepasar los 6 frutos por dardo se podría producir una disminución en el calibre promedio y contenido de azúcares.
Estas experiencias dejan de manifiesto el efecto de la carga frutal, entendida como la relación entre frutos y hojas, en el crecimiento de las cerezas, así como en sus atributos de calidad y condición. La intensidad de las prácticas estará dada por el acertado diagnóstico de la oferta floral y las eventualidades meteorológicas.
REFERENCIAS
Blanke, M. M., Lang, G.A., Meland, M. 2017. Orchard microclimate modification. En: Cherries: Botany, production and uses, pp. 244-268. Eds. J. Quero-García, A. Iezzoni, J. Pulawska y G. Lang. CABI, Boston. 533 p.
Olmedo, G.A. Efecto de diversas prácticas de regulación de la carga frutal sobre la productividad de los centros frutales y el crecimiento vegetativo del árbol en cerezos cvs. ‘Sweet Heart’ y ‘Bing’. Memoria de Título, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Talca. 50 p.
Olmstead, J.W., Iezzoni, A.F., Whiting, M.D. 2007. Genotypic differences in sweet cherry fruit size are primarily a function of cell number. Journal of the American Society for Horticultural Science 132: 697-703.
Pérez, M.J. 2010. Desarrollo de indicadores de carga frutal en cerezos (Prunus avium L.) cvs. ‘Bing’ y Sweet Heart’ para optimizar los rendimientos de fruta de calidad. Memoria de título, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad de Talca. 51 p.
Whiting, M.D., Lang, G.A. 2004. ‘Bing’ sweet cherry on the dwarfing rootstock ‘Gisela 5’: Thinning affects fruit quality and vegetative growth but not net CO2 exchange. Journal of the American Society for Horticultural Science 129: 407-415.
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